Cinaruco: el paraíso de los colores tierra
Por: @michelleviaja
Cuando pienso en Cinaruco pienso en una conexión total con la naturaleza y con nuestras raíces venezolanas...
Es Cinaruco un destino tan imponente y a la vez tan noble, que se me dificulta hacer una descripción que se asemeje a ese esplendor de tonos tierra y a ese sol naranja.
El Río Cinaruco está en el Parque Nacional Santos Luzardo, estado Apure. Su inmensidad es indescriptible, majestuosa... Tiene tantas riquezas, es un lugar privilegiado. Las especies como el Pavón son el delirio de los turistas, no hay Pavón que sepa igual al de Cinaruco.
Su peculiar arena hace el contraste perfecto con el río y su versátil flora. Pensar en el Cinaruco me hace dar vueltas nuevamente en la suave pero ruidosa arena de sus colinas.
Ni hablar de lo especial que es su gente, quienes te ofrecen la mejor de las atenciones en cualquiera de sus puntos de acampada.
¿Algo curioso? Los indígenas solo hacen vida en este territorio durante la temporada turística, pues es cuando el Río baja y reciben visitas de todo el país. El resto del año hacen vida en el estado Bolívar, donde tienen su comunidad.
Son un poco penosos, sobre todo las mujeres y los niños, sin embargo siempre están dispuestos a ayudar y a ofrecerte sus servicios. Son familias numerosas y tienen muchas carencias, así que si está a tu alcance, lleva algo de ropa y donativos para ellos y si quieres ver a los niños muy felices, llévales una pelota, les encanta hacer deportes y jugar en grupo.
He visitado este destino 3 años consecutivos, es increíble como cada uno me ha sorprendido con un río completamente diferente, pues va cambiando de lugar según quede después del invierno. Cada año le pierdo más el miedo a navegar por sus aguas en esas curiaras, sin comodidades, pero con mucha historia.
Sin embargo, le sigo teniendo muchísimo respeto a sus oscuras profundidades, conozco la cantidad de especies que habitan y que no me agradaría toparme mientras me baño en sus calientes aguas... Muy cerca de la orilla hay que cuidarse de las rayas, hay todo un ritual para entrar al río y disfrutar del espacio de acampada. El río está lleno de los famosos caribes o pirañas y de las penosas toninas que solo se dejan ver por unos pocos. Así que no paso de la orilla, de donde puedo verme los pies.
La primera vez que fui pensé que sería el peor viaje de mi vida porque sabía a todo lo que podía enfrentarme. Pero les confieso que las bondades han contrarrestado tanto mis miedos, que es uno de mis destinos anuales fijos y favorito.
Estar allí me hace agradecer inmensamente a Dios por lo afortunados que somos los venezolanos... Aunque extrañaré no amanecer este enero 2024 ahí, estaré complacida por llevar a mi pequeña el próximo año. Espero que ella disfrute tanto ese destino como su papi y yo.
Por: @michelleviaja
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